“Va..! el cortavientos lo dejo en el hotel, por si acaso llevo manguitos y listo.”

El viaje en autobús hasta el punto de salida fue algo tedioso y mareante, la tensión entre los corredores se palpaba, una mezcla de ilusión y respeto respiraban las ventanas del autobús. Yo intenté relajarme, aunque me fuese imposible dormirme, quería llegar tranquilo al punto de inicio. Primera visión del Faro de Fuencaliente desde la parte de arriba de la culebreante carretera, un suspiro de emoción…

Al bajar del Autobús el viento nos azota con dureza en la cara, la sensación térmica es baja, y tanto mis compañeros  y yo venimos  ligeros de equipación. Habíamos adquirido unos ponchos de plástico con intención de tirarlos antes de la salida, pero sucumbieron bien temprano ante el empuje del viento del Atlántico. En apenas 10 minutos ya no quedaba nada del mío.

Tras hacer espera en el Faro, nos llevamos un duro golpe, una terrible noticia, que dejaba a uno de nosotros sin poder salir a disputar la prueba. Nos prometimos los cuatro compañeros restantes que acabaríamos la carrera, pasase lo que pasase, había que hacerlo, un momento emocionante.

    

Pasamos el control de material y bajamos al corralito, habíamos entrado demasiado tarde, tendremos cerca de mil personas delante nuestro… Los veinte minutos de espera pasan volando, el Speaker anima el cotarro momentos previos de que baje el “Space Runner” (el Astronauta) y dé inicio a la carrera, fuegos de artificio en el cielo para una de las más emocionantes salidas en las que haya estado.

Salgo a ritmo tranquilo, prácticamente alternando el trote con caminata, este año el primer kilómetro y medio es de asfalto para intentar que no se forme un embudo en el primer sendero… rápido nos damos cuenta que la táctica de la organización no ha dado del todo resultado, el tapón que se forma es escandaloso en el kilómetro 2 y me da tiempo hasta a apoyarme en una roca a esperar a que se disuelva el goteo de gente que queremos ir para arriba.  Hay insultos para la gente “que ataja” por fuera del sendero.

No es hasta el cuarto kilómetro cuando puedo empezar a correr, atónito me quedo cuando ya veo a gente caminando que van jadeando… desde ahí hasta el 7 bordeamos los volcanes de Teneguía y San Antonio, no paro de adelantar a gente prácticamente sin esfuerzo, hasta casi 300 personas, charlo un rato con mi compañero Igor, hasta que damos de morros con otro tapón, en el que da tiempo a parar para hidratarse y comer tranquilamente antes de la llegada al primer avituallamiento, Los Canarios (km7, 1:22h). El paso por el pueblo es excitante, está todo el pueblo en la calle dándote aliento, el pueblo Palmero es muy divertido y recibo varias bromas por mi color de piel y la jornada que me esperaba por delante…

Saco los bastones, que hasta este punto no estaban permitidos desplegarlos, Desde aquí son prácticamente  10 kilómetros de subida sin parar hasta los 1900m. de altitud. Me encanta subir, y pongo ritmo ágil pero en el que voy muy cómodo, veo cómo adelanto gente como si fuera un sangrante goteo. Aún asi el hecho de adelantar no es sencillo, el sendero es estrecho y hay que ir parándose continuamente, y pidiendo paso al grito de “izquierda-left”.

Llego a la altura de mi compañero Raúl, por el camino vemos una de las imágenes que brinda esta carrera, mirada al Este, mar de nubes, a lo lejos un imponente Pico asoma entre ellas, el Teide. Poco rato después llego al segundo avituallamiento de Las Deseadas (km17, 3:02h), habiendo adelantado 416 personas, sigue la remontada…

Iniciamos la bajada hasta el Refugio del Pilar, miro hacia abajo y veo una niebla espantosa… la sensación térmica es fresca, me viene bien. Aunque está para correr muy rápido, prefiero guardar, me adelantan 4 corredores élite de la media maratón, Stian Angermund, Rui Ueda, Aritz Egea y Pascal Egli, muy emocionante verles pasar como cohetes. A su vez me alcanza Raúl, antes de llegar al tercer “descanso”, El Pilar (km24, 3:52h) otras 60 personas que se quedan por detrás.

Desde aquí son apenas siete kilómetros hasta el siguiente punto, es pista casi llana y corro muy fácil, ves a gente ya caminando y ni siquiera llevamos mitad de carrera, Raúl decide quedarse algo rezagado por incomodidad en su zapatilla, llego con fuerza a El Reventón (km31, 4:26h.) me sitúo ya el 444.

Aquí iniciaba uno de los tramos más psicológicos de la carrera, eran 11 kilómetros seguidos hasta el siguiente punto, tengo mucha fuerza, me veo genial subiendo con los bastones y no paro de adelantar gente, Desde prácticamente salir de El Reventón hace mucho frío, hay rachas fuertes de viento y está lloviendo, tanto es así que pasamos hasta algún tramo de barro, y yo sin cortavientos, en tirantes y con unos manguitos… bromeo con algún corredor local, “parece que estoy corriendo en casa, en vez de en Las Canarias.” En este punto también empiezan a aparecer corredores élite de la distancia maratón que parte desde El Pilar.

Pico Corralejo situado en el km36. Es en este punto donde se inicia una pequeña bajada donde los isquios me dan un pequeño aviso de calambres, me detengo unos inistantes a estirar, intento rehidratarme, mi cabeza empieza a dar vueltas, Por que? Si estaba haciendo todo bien… bajo medio punto la marcha y me dejo caer hasta el avituallamiento del Pico de La Nieve, (km 42, 6:26h.) posición 387.

El ambiente aquí es fabuloso, el sitio es bonito, empieza a hacer sol, aunque hay árboles, suena música, hay mucha comida,  y me quedo hasta 8 minutos disfrutando y cogiendo aliento para lo que se avecina.

Superar los cinco kilómetros de subida, primero a Piedra Llana y luego hasta el Pico de La Cruz. A la salida ni rastro de los calambres en los isquios, me puede la emoción de volver a verme perfecto, pero aquí empieza a aparecer otro factor el cual había estado ausente hasta ahora, el calor.

Si a ello le unimos en que estoy en mitad del pelotón de la carrera de Maratón, coger ritmo me es difícil de nuevo, tengo que andar constantemente parando y pidiendo permiso para adelantar, aunque he de agradecer, que la gente al verte diferente color de dorsal, recibes grandes muestras de admiración y respeto, cosa que me reconforta.

Llego al avituallamiento de El Pico de la Cruz (km 47, 7:34h.) habiendo recuperado “tan solo” cinco posiciones. Aquí hay gente ya felicitándote por haber llegado hasta este punto, ya son casi 4000m+ los que llevamos.

Cuatro kilómetros más de esfuerzo, algún sube-baja donde hay gente con tambores animando al grito de “Si si si, el Roque ya está ahí!” no puedo parar de sonreir, hasta que das con la bonita subida final, no paro de adelantar gente, hasta casi 20 de mi carrera, (sin contar toda la gente maratoniana que vamos dejando por el camino) hay una hilera de gente a los lados dándote aliento, ánimo,  bocinas, soportando el incesante calor, se oye bullicio ahí arriba, que ganas de llegar…

Entro al punto culminante de la carrera, tantas veces lo habré visto en fotos, videos, me lo había imaginado cientos de veces, he llegado al Roque de Los Muchachos (km51, 8:24h.)

Una carpa con ambiente fiesta de pueblo, hay gente por todos lados, parece un hospital de campaña entre la gente fastidiada de las dos distancias que aquí llegan, si a ello le unes que hay cientos de familiares, el sonido ensordecedor se hace insoportable, el calor pega fuerte, e intento no quedarme demasiado tiempo, estoy muy a disgusto.

Al salir por la puerta veo a Andoni, reajustándose las zapatillas, le comento que voy tirando poco a poco hacia abajo, que me alcanzará enseguida.

Tanto habré oído, y estudiado la larga bajada de esta carrera, ver decenas de vídeos, y aún así no eres consciente de los 17 kilómetros que tienes por delante.

Primeramente al poco de iniciar la bajada desde el Roque, me alcanza Andoni, le comento que tire hacia adelante, los calambres de los isquios se me acentúan cuando el terreno va cuesta abajo… esta parte de la bajada es corrible pero tiene hasta cinco duros repechos que a estas alturas de la carrera ya no puedo correrlos, comienzo a perder posiciones.

Con el paso de unos kilómetros el terreno se vuelve el terreno bastante más técnico, empiezo a notar una “bolsa de agua” en el talón, hace mucho calor y cada paso es una tortura. Me faltan tres kilómetros para llegar al siguiente punto, cuando mi estómago dice basta, tengo graves problemas estomacales y tengo que hacer un alto de unos quince minutos. Una vez “mejorado” intento volver a correr pero me es imposible, entre los calambres y la ampolla, decido poner el modo supervivencia y bajo andando, no para de adelantarme gente voy frustrado y enfadado, tardo casi hora y media en recorrer poco más de 4 kilómetros antes de llegar a El Time (km62, 10:09h.)

Llego algo fastidiado de moral, las tres “peleas” internas que arrastro, me hacen pensar en el abandono… pero aquí? A unos 12 kilómetros del final..? Que habíamos dicho en la salida? No, no puede ser, tenemos que ir hacia  adelante.

Tras recibir mi primer bautismo canario (jarro de agua fría en la nuca), salgo de ese punto. La bajada si antes incómoda, ahora se torna infernal, el primer kilómetro es en 21% negativo, y rocoso, ni mis pies ni mis piernas, ni mucho menos mi cabeza están ya preparados para semejante bajada… lo hago andando, no hay más, y paso los kilómetros con más pena que gloria a 12-13:00min/km.

Llegas a un kilómetro que es íntegro de asfalto-cemento, lo único bueno de esto, es que en este punto, hay familias con sus propios avituallamientos montados, increíble una vez más el pueblo Palmero.  Tras superar esa parte, llegas a las famosas “zetas” de la bajada al Puerto de Tazacorte, a estas alturas como si de una una bajada al averno se tratase, entre el calor y la “calzada romana” que tenemos por delante, hay que tener los ojos bien abiertos para no torcerse un tobillo.

No paran de adelantarme corredores, y ves a gente tumbada en la playa, y huele rico a comida, dan ganas de quedarse aquí… Por Que demonios no termina la carrera en este punto…?.  Tazacorte, (km69, 11:30h.) he perdido ya cerca de 100 puestos en 17km. La gente te felicita, pero si aún no he llegado a meta! Por que me felicitáis?

Tras recibir otra ducha, te  hacen correr un poco por la playa, antes de meterte en el angustioso barranco de las angustias, tan solo es un kilómetro y medio, pero lleno de rocas, en el que no se puede ni respirar del calor, es llano y no puedo ni correr.  Luego se queda para el final una de las subidas más duras de la carrera, apenas dos kilómetros al 20% en el que me parece el mayor infierno en la tierra. Pregunto cuanto queda a una familia (llevo desfase en el reloj, por una pausa inesperada tras la parada estomacal) y me cantan dos kilómetros, me entra pavor.

Llego al famoso carril bici azul de los Llanos, llevo viendo muchos años esas imágenes en las que la gente cruza esa parte de la carrera para cumplir un sueño, esta vez me tocaba a mí.

Desde que lo coges, ves la meta al fondo… parece que no llega nunca, pero paso a paso, la gente te va felicitando, lo voy asimilando, solo me quedan unos cientos de metros para cumplir otro sueño, los ánimos de mis compañeros del Team (por no llamar segunda familia) unos metros antes de la meta, me hacen llegar a meta totalmente emocionado, en pocos segundos me vienen muchas cosas a la cabeza, pero la felicidad impera sobre todas ellas, lo he conseguido, estoy en la Meta,  Los Llanos de Aridane, (km74, 12:29h).