“Cuando entiendes el por qué eso de “El Infierno Cántabro.”


El día comenzó bien temprano, sobre las 5am concretamente. Miras por la ventana y te das cuenta que ese día no va a hacerte falta crema factor 50. “Pero a dónde vamos?”

Desayunar tranquilo e ir con mucha calma para aparcar en Cabezón de la Sal. Poco a poco me voy encontrando con compañer@s del Team y demás gente conocida. Nos ponemos debajo de nuestra calle de salida. A las 8 am suena AC/DC, señal inequívoca que comienza la fiesta… para los de la bicis. Decenas de valientes desfilan por la calle contigua durante unos 15 minutos.

Cuando acaban de pasar es el turno para la Maratón.

Sale lanzada nuestra carrera, la gente como siempre sale nerviosa y te pasan por todos los lados en el asfalto. Llevaré por lo menos unas 150 personas delante mío. En lo personal, tenía claro que este tramo lo iba a hacer muy lento y por debajo de mis posibilidades, a modo de calentamiento para entrar bien en las primeras duras rampas. Me junto con un compañero del Team y de charla pasan muy amenos los tres primeros kilómetros hasta Santa Lucia.

La primera subida es dura, se puede correr, invita a ello, tienes las piernas y mente frescas, pero es mejor no pasarse de rosca, así que la hago alternando caminar-correr. Las rampas son fuertes, y cuando toca andar para arriba se me suele dar bastante bien, comienzo a recuperar muchas posiciones sin apenas esfuerzo, veo a gente salir con ropa inadecuada, me apiado de ellos en mí paso.

Las vistas desde la Sierra del Escudo son inmejorables, al fondo se ve Picos de Europa nevados, al otro lado tienes el mar, pero con este día dan ganas de salir rápido de ahí, ya que nos está azotando con ganas el viento de esta zona llamado “La Gurriana”. Llego al punto culminante que coincide con el km7 en 54’.

Cambio de chip radical, toca bajar, pero que bajada. Para el que lo conozca ya se hará una idea. La famosa bajada del Cortafuegos (no me digas porque se llama así porque allí no hay un solo árbol.) son apenas 500m. Pero con un desnivel negativo del 30%, el terreno está embarrado, cada un@ baja como puede, modo supervivencia hasta que das a la pista.

Desde aquí es una bajada más amable, adopto un ritmo cómodo para soltar un poco las piernas, ya que los cuádriceps han sufrido mucho. La otra sorpresa de la primera bajada es que hay que cruzar el rio Saja, y te cubre por debajo de las rodillas, en un día de verano estoy seguro que lo agradecerías, pero en un día como hoy… por lo menos para descargar los gemelos viene de perlas. Finalmente llego a Ruente, km10, 1:16h.

Pese al día que hace, hay bastante gente y ambiente. Busco alguna cara conocida entre el público que te de un plus, pero no hay suerte, así que recargo agua y salgo rápido del primer avituallamiento de la jornada.

Empieza la segunda subida, a mi modo de ver, la parte “menos bonita” de la carrera. Unos 5 kilómetros de subida fácil por pista, me veo con ganas y piernas pero no me quiero pasar de vueltas aún, así que la subo a ritmo bueno y constante, sin perder ni ganar ninguna posición.

Dejo atrás la tediosa pista para entrar en un sendero precioso por bosque que pica había abajo que finalmente acaba en fuerte bajada. En esta zona embarrada es donde adelanto a un chico que corre la combinada (luego se suben a la bici) que va con zapatillas de asfalto al cual le grito un “valiente”.

Llego con muy buenas sensaciones al segundo avituallamiento de la jornada, sito en Campa Ucieda km18, 2:08h. Allí me encuentro a una compi del Team y charlo brevemente con ella, recargo líquidos, como algo y salgo del macro avituallamiento.

Salgo con fuerza para afrontar la tercera subida del día, a la postre la más larga de la carrera. Adopto un ritmo cómodo pero estable y en la lejanía veo varios grupos de 3-4 personas cada uno, por delante. En medio de la subida hay un tramo “llano” llamado la “Ruta de los Puentes” de unos 2 kilómetros, es cruzar un embarrado sendero con unos 6-7 puentes de madera, a los cuales tengo mucho respeto, ya que hace un par de años tuve un accidente en uno como esos, por el cual precisamente no pude correr esta carrera. Pese a ello, en esta zona veo a la gente empieza a flaquear, yo me veo fuerte y empiezo a recuperar posiciones hasta dar con las últimas rampas de la subida a Pandiuco, poco antes está situado el tercer avituallamiento km25, 3:08h.

Lo dejo atrás y entro en una zona que me recuerda un poco al sendero de Fuente del Espino, por un momento “me siento en casa”. Voy disfrutando un montón, con los charcos y barrizal, echo una mirada para atrás y no veo a nadie cercano. La sierra de Brañazarza es la que dicta sentencia de cómo vas a acabar el día… es una zona corrible de toboganes.

Hace frío pero estoy en mi salsa, en este punto comienzo a coger a Andarines de la ruta a pie, y a la gente del Ultra, que llevan corriendo desde las 23pm del día anterior, a cada una que adelanto, le doy mi enhorabuena y a lo lejos se intuye una cuesta muy pindia…

Pasan los kilómetros de barro y sube-bajas hasta que te pones a pie de la subida más dura de la carrera, El Toral. Poco antes aprovecho para hacer una parada obligada y atarme los cordones de las zapas que los llevaba temblando, imagino del frio.

Subo muy tranquilo la larga pala, se me hace hasta amena ya que la hago charlando con otro chico de la combinada. Una vez en el alto, cojo aire y me lanzo hacia abajo, km33, 4:12h.

Estoy en mitad de una tormenta, la visibilidad es muy baja, el frio impera, hace un viento terrible y llueve con muchísima fuerza, me da por correr un rato largo con las manos dentro de los bolsillos del chubasquero… hasta que en una de estas, tropiezo con una piedra y me doy un revolcón por la hierba sin consecuencias.

Miro hacia abajo y no se ve tan lejos el último avituallamiento de la carrera, Cerezo en el km36. Al llegar me echan una mano a recargar los botellines, no tengo fuerza en las manos para poder abrirlos, en una de estas me preguntan “Quieres un huevo frito con salchichas?” – “me estáis vacilando?”. Nunca había visto un avituallamiento con una plancha a todo meter, y la opción de beber kalimotxo… les agradezco la oferta pero si hubiese sido en post-carrera la respuesta seguro era otra…

Una vez recargada las pilas, me encuentro muy bien, con fuerza y sigo corriendo, no sin sufrir los ríos de barro que caen hacia abajo, hasta dar con una pista que no llega al kilómetro pero que es en subida y a estas alturas de la carrera me hace algo de daño. Una vez pasado eso, se suelta lo que cada uno tenga…

Son 3 kilómetros rápidos de bajada en los que me encuentro aun con fuerza, hasta que das con el llano que llega a Mazcuerras km42, 5:07h. El paso por el pueblo es animado, me miran con cara de asombro cuando me ven aparecer con los manguitos bajados y camiseta arremangada. “Que fresco vas, por lo menos eres de la Vega de Pas…!” – “Si lo llegas a comparar con lo que sentíamos en el Alto del Toral, aquí es verano…” les respondo.

Últimos 5 kilómetros llanos, en los que se te pueden hacer eternos si llegas fastidiado a esta parte. Llevo de referencia a otro corredor a unos psicológicos 50 metros de distancia. Pasan los metros, me pongo a cantar para mi interior para que pase antes el tiempo, hasta veo que me acerco y rebaso a “mi liebre” en el llano. Calculo que queda 1 kilómetro a meta y echo el resto. La gente que está por las calles te empieza a felicitar, hasta veo a mi familia cercanos a meta, siempre emocionante, me da alas para dar un último empujón y cruzar la meta del Infieno Cántabro km48, 5:31.